Colaboraciones

Representaciones de la Masculinidad en Nuestra piel muerta de Natalia García Freire: Un Análisis de los Roles y Contradicciones de los Personajes Masculinos

Paola Gordillo/ @cherry___wine

La literatura construye universos complejos y multifacéticos que capturan la diversidad y las preocupaciones de la sociedad contemporánea. En este contexto, la ópera prima de la escritora ecuatoriana Natalia García Freire, “Nuestra piel muerta” integra en su narrativa de suspenso, terror y tragedia, los dilemas familiares de su protagonista Lucas. Este ensayo busca examinar el papel y la representación de los personajes masculinos dentro de la narrativa de García Freire, explorando la complejidad de estos en sus roles como padres, hijos y convivientes. Se analizarán sus interacciones y conflictos internos, desentrañando su contribución al entramado narrativo de la novela. Además, se pretende mostrar cómo estos personajes encapsulan ciertos comportamientos presentes en la sociedad, proyectando un reflejo revelador de lo contemporáneo. 

La novela «Nuestra piel muerta» relata la historia de Lucas Torrente de Vals, heredero de una familia acomodada que regresa a su hogar tras un exilio forzado, solo para descubrir que dos hombres monstruosos, Eloy y Felisberto, han invadido su casa. Lucas, marcado por traumáticas memorias de su infancia y movido por el deseo de venganza, planea expropiar a los invasores. A lo largo de la trama, se sumerge en un mundo de recuerdos fragmentados y relaciones disfuncionales, explorando temas profundos como lo sagrado, la muerte y la fragilidad, todo enmarcado en un contexto de dominación masculina. Entre los personajes masculinos que protagonizan la obra están: Lucas, el protagonista y narrador, quien a lo largo de la novela, muestra un desarrollo desde su niñez hasta la edad adulta, describiéndose a sí mismo como un hombre más fuerte que en su infancia; Miguel, su padre autoritario y distante con su familia, contrasta con su actitud sumisa ante los invasores; y Eloy y Felisberto, los invasores, quienes encarnan la monstruosidad y lo grotesco, son asociados también con comportamientos inadecuados y aspectos físicos descuidados, representando el antagonismo en la historia y personifican la dominación masculina en el relato.

Para comprender los roles masculinos que desempeñan estos personajes en la narración, es esencial definir el concepto de masculinidad y las repercusiones que tiene actualmente. La masculinidad, definida por la Comisión Nacional de Derechos Humanos, abarca un conjunto de atributos y comportamientos propios de los hombres, variando según el contexto cultural, social e histórico. Desde distintas perspectivas se han enunciado enfoques que buscan diferenciar estos aspectos. Según Matthew Gutmann (1999) como se citó en (Andrade y Herrera 2001), se habla de lo masculino asociado a lo que los hombres dicen, piensan y hacen; la «hombría» como una meta social a alcanzar; la «virilidad», considerada como una cualidad que define grados de masculinidad; y los «roles», enfocados en la influencia de las mujeres en la definición de lo masculino. Según Troya (2001), en sociedades post-conquista, se ha impuesto una masculinidad europea hegemónica, convenciendo a la mayoría de su validez y dejando en desventaja a quienes no se ajustan a este modelo.

La construcción moderna de la masculinidad, según el artículo «La organización social de la masculinidad», está asociada con atributos como la dominación, dureza y la búsqueda de conquistas sexuales, en contraste con comportamientos no considerados masculinos (Connell 2003). Esta percepción establece diferencias individuales basadas en género, ligadas a una historia cultural donde, en la opinión de (Hardy y Jiménez 2001) en el siglo XVIII, las mujeres fueron percibidas como seres incompletos o inferiores, lo que moldeó la diferenciación entre lo masculino y lo femenino. Desde la infancia, se les enseñaron roles y comportamientos asociados a cada género, influyendo en la percepción de la masculinidad como un concepto impuesto y justificado culturalmente. 

En este sentido, la novela de García Freire ilustra una rica exploración de las masculinidades, revelando cómo los roles predefinidos y los estereotipos culturales impactan en las relaciones y dinámicas familiares. En la narración se observa una confrontación entre diferentes manifestaciones de masculinidad, desafiando la norma establecida, especialmente dentro de la convivencia familiar. Las acciones de los personajes masculinos son determinantes en el transcurso de la trama. Inicialmente,  Miguel se muestra autoritario, situación que cambia con la llegada de dos forasteros a la propiedad familiar, lo que desencadena un conflicto por el poder y el reconocimiento. Lucas, desde la perspectiva de un niño, rechaza las actitudes de estos forasteros, comparándolas en ocasiones con la monstruosidad, tanto en aspecto estético como en comportamiento.

Aunque Eloy y Felisberto encarnan a los antagonistas del relato, el principal foco de tensión para el protagonista es su propio padre y la relación poco afectiva que tiene con él. Su padre se somete al poder que ejercen estos hombres más masculinos que él y su hijo, desencadenando una lucha en torno a la propiedad y el control. Constantemente, Lucas cuestiona a su padre y su actitud sumisa ante los invasores,  contraria a la que este adopta con su madre. “Usted no era ni siquiera un malo malote. Era un tipo cualquiera venido a más por el poco poder que le daba mandar sobre mi madre y sobre mí, pero apenas llegaron ellos, unos grandulones con un poco más de pelo en pecho, y todo se le estropeó” (García Freire 2019, 82). El niño no logra identificarse con el modelo masculino impuesto, convirtiéndose en un insurgente de su género. 

La fragilidad emocional del protagonista marca una distancia profunda con su padre, generando sentimientos de rechazo y constante reproche.“Yo lo odiaba, padre. Lo miraba y lo odiaba. Lo había imaginado muerto muchas veces en la noche, con el cuerpo sudoroso, e imaginaba que usted ya no estaba, solo ahí podía dormirme” (García Freire 2019, 139). La relación paterna se vuelve dolorosa. Los personajes masculinos de esta novela desempeñan roles que intentan representar los modelos convencionales de masculinidad en la sociedad. De esta forma, se detalla a continuación cómo estos personajes se ajustan o desafían los estereotipos de masculinidad preexistentes, analizando sus interacciones y comportamientos en relación con estas expectativas sociales arraigadas: 

  • Lucas: El protagonista cuestiona activamente los roles tradicionales de masculinidad. Se muestra como un hombre que no encaja en los estándares convencionales de fuerza física y autoridad. Su sensibilidad, su incapacidad para ajustarse a las expectativas paternas y su resistencia a comportamientos agresivos o dominantes desafían la noción de masculinidad como sinónimo de dureza y control. A lo largo de la historia, su rechazo a adaptarse a estas expectativas lo lleva a buscar su propia identidad y a desafiar las estructuras de poder impuestas por modelos masculinos rígidos.
  • Miguel: A pesar de ser el patriarca de la familia, representa una masculinidad que no cumple del todo con los estándares tradicionales. Aunque inicialmente parece encarnar la autoridad y el poder, su actitud sumisa frente a los invasores desafía la imagen de masculinidad hegemónica. Su falta de firmeza ante la llegada de los extranjeros cuestiona la idea de que un hombre debe ser siempre dominante y fuerte.
  • Eloy y Felisberto: Estos personajes presentan una masculinidad que desafía las nociones convencionales de atractivo y comportamiento aceptable. Su aspecto descuidado y sus acciones, percibidas como grotescas por Lucas, contrastan con la imagen idealizada de masculinidad asociada a la pulcritud, la fortaleza y la superioridad física. A través de estos personajes se desafía la estrecha definición de masculinidad que se ajusta a un modelo específico de apariencia y conducta.

Estos personajes muestran una diversidad de expresiones de masculinidad que desafían los estereotipos tradicionales. Sus características, comportamientos y acciones cuestionan las expectativas rígidas de lo que se considera «ser un hombre». 

La obra invita a reflexionar sobre los prejuicios arraigados en torno a la masculinidad, cuestionando cómo estos estereotipos moldean las relaciones y la estructura social. Los comportamientos masculinos presentados, basados en estereotipos dañinos de masculinidad hegemónica, evidencian su perjuicio, tanto para los protagonistas como para la sociedad, al perpetuar patrones de poder y dominación. Estos modelos rígidos limitan la expresión emocional y restringen la diversidad de identidades masculinas, pudiendo alimentar la violencia, la opresión y la desigualdad de género. En esta narrativa, la autora ofrece una valiosa contribución a la discusión sobre las masculinidades al presentar personajes que desafían las normas establecidas, promoviendo así la aceptación y valoración de una multiplicidad de experiencias masculinas en la literatura y la sociedad contemporánea. La obra es esencial para fomentar la representación de hombres auténticos, complejos y diversos en el contexto literario, impulsando una visión más inclusiva y completa de la masculinidad en la actualidad.

Referencias

Andrade, Xavier. 2001. “Homosocialidad, disciplina y venganza.” Editado por Gioconda Herrera. En Masculinidades en Ecuador. Quito: FLACSO.

Connell, Robert. 2003. “La organización social de la masculinidad.” En ¿Todos los hombres son iguales? Identidades masculinas y cambios sociales, editado por Carlos Lomas. Barcelona: Paidós. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=750260.

García Freire, Natalia. 2019. Nuestra piel muerta. Madrid: La Navaja Suiza Editores.

Hardy, Ellen, y Ana L. Jiménez. 2001. “Masculinidad y Género.” Revista Cubana de Administración de Salud Cuba 27 (2): 77-88. https://www.redalyc.org/pdf/214/21427201.pdf.

Troya, María P. 2001. “No soy machista pero …. Masculinidades en profesionales de clase media de la ciudad de Quito”. Editado por Gioconda Herrera. En Masculinidades en Ecuador, editado por Xavier Andrade. Quito: FLACSO.